sábado, 20 de septiembre de 2014

Ana María MATUTE: El género que se introduce*



Ella es la cuarta mujer que ingresa a la Real Academia de la Lengua Española, desde 1713. La primera se llamó Isidra Guzmán. La segunda fue Carmen Conde y la tercera Elena Quiroga.

Ana María Matute es la autora de “Primera Memoria”, de “Olvidado Rey Gudú”. Y “La torre vigía”, entre otras; la misma que afirma que la escritura es un oficio muy difícil “y quien diga lo contrario o miente, o es un genio o es un desastre”.

Ella dice: “Escribir es un descubrimiento diario a través de la palabra, es lo más bello y que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos”.

Nacida en Barcelona hace 72 años, Ana María Matute ha dedicado su discurso de ingreso a la Academia de la lengua, ni más ni menos que al elogio y defensa de la fantasía y la imaginación porque son la esencia de su obra.

Matute expresa que escribir como oficio es una forma social y política de protesta, además de método para sacar de uno mismo el malestar del mundo.

Fue durante su infancia que estalló la Guerra Civil española, lo que la deja marcada: -“Todo era injusto e incomprensible. El mundo no era tal y como nos lo habían explicado. Yo creo que nuestra generación dio tantos grandes escritores, porque fuimos víctimas de un trauma muy fuerte”.

Si se interpreta a la ligera, la siguiente declaración de esta escritora resultaría irrelevante, pero es esencial cuando observamos que toda su obra –reitero-, gira a torno a la fantasía y la imaginación: “Al contrario de los otros niños, empezó a gustarme ser castigada en el cuarto oscuro. Comencé a sentir y saber que el silencio se escucha y se oye, y descubrí el fulgor de la oscuridad, el incomparable y mágico resplandor de la nada aparente”.

O esta otra: “Así de reales eran aquellos mundos en los que me sumergía, porque los llamados cuentos de hadas no son, por supuesto, lo que la mayoría de la gente cree que son. Nada tienen que ver con la imagen que, por lo general, se tiene de ellos: historias para niños, al menudo estupidizadas y trivializadas a través de podas y podas “políticamente correctas”, porque tampoco los niños responden a la estereotipada imagen que se tienen de ellos”. “Pero en esas leyendas, en aquellos cuentos para niños que por otra parte, fueron recogidos por escritores de talla de Andersen, Perrault y los hermanos Grimm, por ejemplo, se mostraban sin hipócritas pudores las infinitas gamas de que se compone la naturaleza humana. Y allí están reflejadas, en pequeñas y sencillas historias, toda la grandeza y la miseria del ser humano”.

Para sembrar la reflexión, la búsqueda de una respuesta personal, debo hacer el paralelismo con un consagrado de las letras universales, el colombiano Gabriel García Márquez, quien declara en un extracto de entrevista realizada por Plinio Apuleyo y recogida en el libro “16 cuentos latinoamericanos”, lo siguiente: “Detestas la fantasía… ¿Por qué? –porque creo que la imaginación no es sino un instrumento de elaboración de la realidad. Pero la fuente de creación al fin y al cabo es siempre la realidad. Y la fantasía, o sea la invención pura y simple a lo Walt Disney, sin ningún asidero en la realidad, es lo más detestable que pueda haber, (…) porque tampoco a los niños les gusta la fantasía. Lo que gusta es la imaginación. La diferencia que hay entre la una y la otra es la misma que hay entre un ser humano y el muñeco de un ventrílocuo”. (Me encantaría que cada uno de los lectores me enviara su interpretación de esta frase. ¡Sera  fan-tas-ti-co!)

Ana María Matute, ahora en 1998, nos exhorta: “No desdeñemos tanto la fantasía, no desdeñemos tanto la imaginación, cuando nos sorprenden brotando de las páginas de un libro trasgos, duendes, criaturas del subsuelo.”
“No olvidemos (…) que la palabra descubre, desentierra del olvido o de la indiferencia futura aquello que nos hace distintos de las bestias (…) Ana María Matute se nos descubre como una defensora de leyenda de la unión mágica entre materia y espíritu, porque una no existe sin el otro y viceversa.

Por eso afirma: “La palabra es lo que nos salva. Pero no la poseemos sin más, para utilizarla como un instrumento; si la tenemos es porque la consagramos a la búsqueda sin fin de una palabra distinta, no común, laboriosa y exaltadamente perseguida, pero que tan simple, tan sencilla resulta cuando la hemos hallado.”

De muestra, este botón  extraído de la página 248 de  “La torre vigía”: “Contemple las lágrimas de todas las madrugadas de la tierra; y vi al dragón, y su lomo erizado de lanzas y guerreros (aquellos que venían de Septentrión): lanzaban un grito largo, que yo reconocía: un grito que no movía las hojas, ni los cabellos, ni las ropas de las gentes; al igual que otro viento, que ya nada podía contra mí. Los guerreros arrojaron al aire sus lanzas, que se perdieron, en oscura bandada, hacia las nubes. Luego, el dragón zozobro, y, al fin, se hundió definitivamente en el vasto firmamento. De forma que pude contemplar a mi pasado, a mi vieja naturaleza, a mis antiguos dioses, sueños y terrores, tragados en el olvido”.


Como es natural, las últimas palabras, las tiene en este caso, Ana María Matute y un tema que nos toca muy particularmente: “El niño es un ser solitario porque no pertenece al mundo de los mayores. Siempre digo y repito que el niño no es un proyecto de hombre, sino que el hombre es lo que queda de un niño, que es un mundo total y cerrado y redondo, y ahí no entra nadie más que su fantasía y otros niños. Los adultos no entran, y por eso es que es un ser solitario; no porque no pueda expresarse, que lo hace perfectamente con los suyos, y conmigo también. Yo me entiendo muy bien con los niños, no con todos, ¿eh? A algunos se les ve en los ojos lo que van a vender en cuanto puedan: esos no son niños. Hay gente que, aunque no lo parezca, no es niño nunca, y eso se nota después”.



Conozcamos a través de su obra a esta mujer (la única), que a los 72 años ocupa el asiento K de la Real Academia de la Lengua, quien nos conquista con segura sencillez y originalidad.

Por Leibi Ng
Publicado en La Nación, miércoles 19 de agosto de 1998

*MATUTE significa "tela o género que se introduce (contrabando). Hicimos una asociación con la Literatura Infantil y Juvenil como género que avanza lentamente en nuestro país.

Algunos links sobre Ana María Matute:
http://www.elnortedecastilla.es/20071122/mas-actualidad/cultura/premio-nacional-musica-200711221727.html
http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/matute_ana_maria.htm


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