jueves, 21 de agosto de 2014

Algo que decir sobre “Jinete de Nubes” de Lorealy Carrón



Chiqui Vicioso
Por Chiqui Vicioso
Especial para La Nación


Oscar Holguín-Veras
Hace unos días me trajo Lorelay Carrón su último libro para la niñez dominicana: “Jinete de Nubes”. Un libro que hoy celebramos porque son muy contados los autores y autoras de literatura infantil en República Dominicana. 

En mi lista, apenas unos catorce o quince, y de ellos sólo tres hombres: Rafael Peralta Romero, Oscar Holguín Veras y últimamente el inefable y muy querido amigo: Silvano Lora.

Este número de autores no niega el creciente interés que existe sobre este género: la literatura infantil. Para sólo mencionar un caso debo referirme a la poeta puertoplateña Johanna Goede, quien está trabajando en un cuento y obra de teatro para niños y niñas sobre la vida de las Hermanas Mirabal.

Como ella, conozco a otras escritoras quienes están incursionando en el género y ello me llena de alegría, sobre todo si recordamos que en este país existen pocos precursores contemporáneos de literatura infantil, siendo una de ellas Mechi Hernández con el suplemento de La Noticia, primero en su género (donde Lorelay, por cierto, se inicia en estas lides) y Lucía Amelia Cabral.



Lorelay Carrón
Esto que digo no es nada nuevo, ni que se aplique exclusivamente a nuestro país, donde una rápida mirada a la literatura dominicana nos presenta como gran preocupada por la literatura para niños y niñas a la poeta petromacorisana Carmen Martínez Bonilla, autora de algunos de los textos más poéticos en este género, entre ellos: “El país de las hadas”, “Las caperucitas azules”, “Blanca Nieve”, “La bella durmiente”, “El patito feo y la hora azul”. Estas versiones dominicanas de algunos clásicos las llevó luego a la radio donde, junto con su gran amiga Maricusa Ornes, los dramatizó en pequeñas obras de radioteatro.


Carmen Natalia Martínez Bonilla
Ni tampoco esta pobreza textual en República Dominicana fue una excepción. Si revisamos la historia literaria más reciente del continente, y particularmente la del grupo de mujeres escritoras que se distinguió como generación literaria, hablo de las poetas pos-modernistas, o neo-románticas (como prefería llamarlas Pedro Henríquez Ureña), nos damos cuenta de que en lo que a literatura infantil se refiere, en Chile resuena un nombre fundamental: Gabriela Mistral; en Uruguay se destaca Juana de Ibarborou, cuya selección de prosa y poesía fue adoptada por las escuelas públicas en 1924, publicándose en 1925 “Ejemplario”, un libro dedicado a la enseñanza literario-moral, así como, 20 años más tarde, su libro “Los sueños de Natacha”, compuesto por cinco obras de teatro para niños y sus tres biografías (Roosevelt, Sarmiento y Martí), las cuales se llevaron al radio-teatro para la niñez, donde fue una precursora al igual que Carmen Natalia en nuestro país.

En la Argentina es la poeta Alfonsina Storni la que combina la docencia con recitales en escuelas de niños débiles mentales, ocupando en 1921 la cátedra para niños en el Teatro Infantil de Labarden, donde escribe obras teatrales para niños y niñas como “Polifenia” y “La Cenicienta”, y tres obras de teatro infantil reunidas bajo el título de “Dos farsas pirotécnicas.

Si las menciono es porque ellas no sólo subrayaron la carencia generalizada de autores y autoras de literatura infantil, sino porque también simbolizan la fusión de la vocación creadora con la magisterial, algo que aquí autoras como Eleanor Grimaldi, Fiume Gómez, Margarita Luciano y doña Aída Bonnelly vienen conjugando desde hace tiempo, en la vieja tradición martiana de La Edad de Oro.


Aída Bonnelly
Hay razones pues para celebrar, primero el que el número de escritoras en este género se esté ampliando, segundo el que sigan produciendo textos que como éste último de Lorelay van incorporando poco a poco la realidad racial y cultural dominicana.
De hecho eso es lo primero que celebramos, es decir, la evolución desde un texto como “Roberta, la Elefanta Roja y Coqueta”, texto sencillo, rimado y breve, a “Jinete de Nubes”, donde el protagonista es un niño mulato, como casi todos los niños dominicanos, y mulatos y negros, son también sus amiguitos. De igual modo, el paisaje es fácilmente identificable como el paisaje urbano de Santo Domingo, ambos junto con el lenguaje correcto y diversificado, logro de este texto, así como la superación de la enfermedad a través del sueño, de la imaginación que es y siempre será un viaje al infinito sea éste el cielo y las estrellas, o el mundo interior de cada niño y niña.

¿Qué falta en este cuento? 
Los maravillosos acertijos y juegos de “Y se los Llevó el Sol”, que tan entretenida hicieron su lectura para niños y adultos. Es mi humilde opinión que esta tradición, que también convierte los libros en instrumentos de docencia, se retome en los próximos cuentos que escriban Lorelay y sus compañeros y compañeras de oficio.

¿Futuros desafíos?
En un país donde la niñez lee cada vez menos, por el reino de la televisión, el nintendo y los juegos electrónicos, hacer de los libros infantiles el primer escalón hacia el teatro, los títeres, el CD, o los casettes, tarea en la cual las empresas que se especializan en productos de consumo para la niñez, como en este caso Baskin Robbins, pueden aportar el apoyo material necesario.

Ojalá que esta reunión también sirva para calendarizar futuros encuentros donde hacer saltar la imaginación creadora colectiva, en esta búsqueda urgente y maravillosa que es enseñarle a la niñez que existe más de una realidad, más de un mundo, más de una explicación a lo que perciben, o a lo que les han enseñado, donde ellos tienen un espacio para recrear y escribir la realidad, para imaginarla, y no tener que decir, como el gran poeta alemán Rainer María Rilke:

“Me espantan las palabras de los hombres.
Dicen todo con harta claridad:
Esto se llama perro, aquello casa,
y aquí está el principio y allí el fin”.

©Chiqui Vicioso
Especial para La Nación
publicado el martes, 25 de agosto de 1998

¡A galopar, a galopar… con el “Jinete de nubes” de Lorelay Carrón!


Si Lucía Amelia Cabral saludaba con esa gracia y propiedad que Dios le ha dado con “Albricias” a “Chiví, 100 adivinanzas nuevas” de Brunilda Contreras (el más vendido de la pasada Feria del Libro), yo muestro mi júbilo oceánico por el nacimiento de “Jinete de nubes”, la nueva obra de la escritora Lorelay Carrón ¡Todo un regalo para la infancia!
Lorelay Carrón
La literatura infantil dominicana da sus frutos, aunque no sean muchos los que se entreguen a esta vocación, tal y como expresa la escritora Chiqui Vicioso, presentadora de la nueva producción, quien pone fe en los artistas consagrados que actualmente incursionan en esta vertiente (Silvano Lora y la puertoplateña Johanna Goede).

Chiqui Vicioso destaca en “Jinete de nubes”: “…el lenguaje correcto y diversificado (…) la superación de la enfermedad a través del sueño, de la imaginación que es y siempre será un viaje al infinito, sea éste el cielo y las estrellas, o el mundo interior de cada niño o niña”.

Para nosotros, los frutos de la literatura infantil dominicana son cada vez más jugosos. Hay una gama de verdes en diferentes tonos hacia la madurez: algunos son modestos y precarios, otros muestran la brillantez en su contenido y una pobrísima ilustración, otros más decaen por la mala impresión; está el bien impreso pero de contenido malo… ¡En fin! Aunque la mayoría esta “zarazo” a medida que pasa el tiempo, las nuevas obras se acercan más y más a la apetitosidad, conjugando las lustrosas cáscaras (diseño, portada, ilustraciones, separación de colores, impresión), la pulpa (diagramación, dibujos, ilustraciones…) y la semilla (mensaje, goce estético, belleza de las palabras, concepto…) es un alimento cada vez más digno para nutrir a nuestra infancia.

Tenemos por guía la investigación del apreciado intelectual Miguel Collado, quien con “Una bibliografía preliminar de la literatura infantil dominicana (1821-1990)”, nos contagia su fe, dedicación y optimismo en las letras dominicanas al demostrar que aquí se escribe para la infancia y se escribe bien, desde hace tiempo, por lo que recoge 156 títulos.

¿Por qué los que muestran talento en estas artes tienen que esperar tanto para lograr un producto idóneo? Esa respuesta todo el mundo la sabe. La literatura infantil no está considerada como negocio o inversión, pero comienza a posicionarse.

Tal vez eso es lo que nos propone Lorealy Carrón con su “Jinete de nubes”:
—“Ese no es el modo de enfrentar un problema —les dijo el Jinete de Nubes —Hay que darle la cara a…”
¡Cada autor tendrá su propia Nube Feroz!

Ciertamente, hay que juzgar a un autor por el volumen total de su obra. Hay que probar, no en un opúsculo inspirado como padre/madre, tío, maestra… en la moral o la educación, sino en un trabajo consistente que haga transparentes vocación y capacidad.


Portada de la obra provisional en lo que scaneamos
“Jinete de Nubes” en tan sólo 16 páginas, el tercer libro de Lorelay Carrón (el segundo fue “Y se los llevó el Sol”), demuestra claramente que la calidad y la cantidad pueden ser independientes una de la otra.

Me refiero a que aunque un autor produzca un único aporte feliz, está haciendo historia. Pienso en Manuel García Arévalo y “La primera comunión de Laura”, preciosamente ilustrado por Arlette Simons y muy bien impreso. Este libro se convirtió para mí en un paradigma desde su publicación en 1990, pues conjuga lo que precisa la obra infantil: Calidad de contenido y diseño hermoso, con buena edición.
Claro que no es el caso de Lorelay, trabajadora incansable detro del campo de la Literatura Infantil. Ella transmite en sus textos la coherencia de una personalidad centrada, madura y capaz de responder a los imprevistos con certeza porque posee un universo cultural muy amplio. Podría decirse que tienen la imagen ideal de la escritora para la infancia aunando el conocimiento y la complicidad con los más pequeños. Además de la sonrisa presta y la orientación segura. Es profesional. Es madre. Es esposa. Es artista.

Lorelay Carrón escribe literariamente, no como madre, no como educadora y sin embargo como ambas, porque un artista es esencialmente él o ella y esa autenticidad es lo que vale realmente. Dibuja, ilustra, conoce los secretos de las artes gráficas, de las separaciones de colores y las tipografías, de las texturas y los degradados… y lo más importante ¡Lorelay conoce el alma de los niños!
Por este conocimiento, la autora nos regala un libro pleno de coloridos, equipado con certeras ilustraciones a cargo del joven profesional Henry Cid, armado con tapa dura para resistir la maravillosa energía de sus destinatarios y atinado en la selección étnica de los personajes, representando a la mayoría mulata del país. Además, hay que mencionar la calidad de impresión de Editora Taller para “Jinete de Nubes”, otro indicio de la madurez alcanzada por uno de los elementos vitales del progreso de la literatura infantil en Dominicana.

La escritora y los medios de comunicación

Eran los años 70. Lorelay Carrón de la mano de Chiqui Vicioso llegó un día al suplemento infantil de La Noticia, donde trabajó con la prestigiosa educadora Mechy Hernández. Fue el primer esfuerzo exitoso de un medio de comunicación impreso por suministrar a la población un producto hecho por especialistas dirigido exclusivamente a la infancia.

La primera obra literaria de Lorelay Carrón, escrita e ilustrada por ella misma, “Roberta: elefanta roja y coqueta” fue publicada en 1982, con 14 páginas. Un aporte de indudable calidad que perdura y cuya aceptación de parte de los niños he comprobado muchas veces.

Lorelay incursionó en la televisión y en la radio, siempre con la infancia como público. Esto, sumado a su labor en los diarios El Siglo, con su excelente Página para niños, que salía dos veces por semana, más su actual trabajo como editora en el Listín Diario, especialmente en Al Compás, consolidan una carrera dedicada con esmero a la comunicación con la infancia desde diferentes medios.

Mención aparte merece su paso por la fenomenal revista Tobogán porque es allí donde publica, durante el año 1987 sus brillantes trabajos: “¡Un día, pero un día!”, “Una historia de culebras”, “Arturo, un ratón feliz” y el cuento que hoy se ha convertido en libro: “Jinete de Nubes”.

Considero necesario hacer un paréntesis para resaltar la preocupación tangible de Miguel Cocco y de su esposa Minerva González, de Fondo Editorial, quienes fueron los pioneros en crear esta revista y que empezaron a dar apoyo a los escritores de literatura infantil. Ahí está Tobogán, La Enciclopedia del Niño, formando generaciones de dominicanos lectores.

Con una proyección trascendente, libros como “Jinete de Nubes” están destinados a las escuelas dominicanas para ser instrumentos de formación intelectual y emocional para la infancia, utilizados por profesionales: Psicólogos, pedagogos, animadores… De esta manera el artista se pone al servicio de las ciencias para construir el mundo que queremos y forjamos día a día.

De nuevo manos amigas de la empresa privada asisten a la publicación dirigida a la infancia: La Fundación Arturo J. Pellerano Alfau y la cadena de heladerías Baskin & Robbins contribuyen con el regalo a nuestros niños.

Gracias a Dios, cada día hay más empresas conscientes de los beneficios sociales de este tipo de apoyo a la cultura, que al mismo tiempo redunda en buena imagen para las compañías ¡Bien!

Y si el pequeño jinete creado por Lorelay Carrón monta en las nubes para surcar los cielos con su fe y determinación, enfrentando las dificultades, más coraje nos contagiará para publicar los nuevos libros de la literatura infantil dominicana del mañana, comprometidos desde ya con igualar o superar la excelente calidad de “Jinete de Nubes”.

Que la imaginación se afiance. Que la ilusión se haga emperatriz en el Reino de Fantasía. Que la magia nos ilumine como el sol y la luna, para que cada niño (bien sano), cabalgue sobre su nube por los cielos de Quisqueya en la hora de la diversión, la educación y el amor.

©Leibi NG
Publicado en LA NACIÓN
jueves, 6 de agosto de 1998

miércoles, 20 de agosto de 2014

El Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes por Leibi NG

Margarita Luciano, Lucía Amelia Cabral, Eleanor Grimaldi y Leibi NG
Desde hace cinco años nos estamos reuniendo cada quince días en casa de Lucía Amelia Cabral o en casa de Aída Bonnelly de Díaz. Somos doce adultos. Doce creadores. Cada quien con sus intereses particulares y más de uno en común.

De izquierda a derecha: Carol Cárdenes, Brunilda Contreras, Margarita Luciano, Leibi Ng y Aída Bonnelly.
El Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes no tiene estatutos escritos pero sí una declaración de principios y un código particular de comportamiento.
Para nosotros, la literatura infantil es la literatura misma. Así como no disminuimos a los niños ni a las niñas porque respetamos profundamente sus espíritus en formación, no hacemos literatura menor por respeto a los destinatarios de nuestras producciones y hacia nuestro propio trabajo.
En el caso del Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes, la mayoría ya tenía un trabajo intelectual y público cimentado de cara a la sociedad. La unión nos ha servido como estímulo para incentivar nuestras creaciones, compartiendo más que como colegas, como amigos y sintiendo que el logro de cada uno es un logro de todos.



Aída Bonnelly de Díaz, maestra en las artes literarias (y en la música, en la crítica de arte, en el periodismo especializado y otros) es una promotora constante de la actualización, la innovación y la creación. Tanto así que cuando no llevamos nada nuevo para compartir se enoja suavemente. Aída Bonnelly es concisa y como dice el guatemalteco Augusto Monterroso: “La concisión es algo elegante”. Aída tiene un hermoso libro de cuentos en imprenta que esperamos disfrutar en noviembre próximo.




Lucía Amelia Cabral es la anfitriona por excelencia. Su originalidad, su personalidad literaria es un ejemplo de firme sensibilidad siempre dispuesta a la superación y a la búsqueda de la belleza que ella entiende como perfección. Creo que aunque todos los entendidos conocen el trabajo de Lucía Amelia, no se le ha hecho justicia en su difusión ya que su manejo del idioma es sumamente hermoso y posee lo que otros estamos trabajando: estilo personal.

Brunilda Contreras y Lucía Amelia Cabral
Brunilda Contreras es una estrella luminosa. Desde que le cogió con escribir de memoria sus costumbres campesinas tiene un calificativo que ya quisieran muchos: “auténtica”. Es incansable creadora y pronto nos regalará dos producciones recientes: una en este mes y la otra (maravillosa) en el que sigue, si Dios quiere; ambas editadas por Lucía Amelia Cabral.


De Eleanor Grimaldi hay constancia suficiente en sus libros de poesías y cuentos de que dentro de todo su quehacer como educadora (hoy Vicerrectora Académica de la Universidad Interamericana –UNICA-), y de sus obligaciones como madre, esposa, hija y abuela joven, tiene tiempo para regalarnos sus palabras en versos y en prosa.



Margarita Luciano de Sang, mi paisana, es una de las mujeres que admiro abiertamente. Siendo matemática es literata, lo que sorprende a muchos que no acaban de desprejuiciarse con esta ciencia. Ella ha inventado y llevado a la fabricación un “Multioperatorio” que ayuda a los estudiantes a aprehender matemáticas y lógica con materia de alambres, madera coloreada y marcos perfectos. De esta manera los conceptos abstractos se fijan en la mente con seguridad. Margarita ha publicado tres libros entre 1996-1997, uno de ellos en colaboración con Eleanor Grimaldi, compañera de muchos años en las lides literarias dirigidas a los infantes. También ha grabado ¡ella misma! un vídeo con juegos y canciones tradicionales de nuestro país porque no quiere que se pierdan y porque su felicidad es que los niños aprendan y se diviertan mientras lo hacen.

Nelly García es una escritora profundamente preocupada por lo social, el entorno y la moral. Su sensibilidad la arropa, su lucha no tiene tregua. Es una de las creadora mejor conectadas con los más pequeños pero siempre alejándose de facilismos y ñoñerías.


Nuestro único compañero por el momento, es Rafael Peralta Romero es muy conocido en los medios literarios y periodísticos. Tiene la vida entera ejerciendo oficio y vocación. Él pone una nota particular cuando se hace escuchar con su hablar pausado, narrando historias divertidísimas y llenas de ingenio muy dominicano. Sus versos de originales nombres, “Un chin de caramelo”, tiernos, sencillos, paternales, representan con dignidad a su género.

Otras integrantes del Círculo como Lorelay Carrón de Tejada, Aidita Selman, y Marianne de Tolentino brillan en el firmamento literario, artístico y periodístico nacional con logros que no requieren recordación. No asisten a reuniones regularmente pero tenemos una comunicación constante y participan de la filosofía total que nos llevó a juntarnos: creación artística literaria dirigida a los niños y jóvenes con todo lo que ello envuelve.


Quien esto escribe, Leibi NG, con dos libros en preparación y sin ninguna prisa, ya que cada instante de mi vida aprendo de los que más saben, está más que orgullosa de tener de compañeros a tan ilustres personalidades.


Uno de los más importantes logros de nuestro Círculo es un libro colectivo (casi en imprenta) que trata libremente un tema de nuestra cultura en un mágico volumen que demuestra lo versátil de la creación literaria infantil dominicana: LA CIGUAPA, nuestra auténtica leyenda de monte escrita para las niñas, los niños: los jóvenes.

Al iniciar las clases de este año, el Círculo ha comenzado a producir un programa por RADIO RED, 95.3 FM, la emisora de la Secretaría de Estado de Educación y Cultura. El mismo se transmite los sábados de 8 a 9 de la mañana y lo hemos llamado: “Un Don Din”, como nota simpática, para recordar que a los niños y niñas de nuestro país hay que atraerlos con inteligencia, pero sobre todo con afecto real para que cuando los llamemos no nos digan: “YO NO PUEDO IR”.

Como escritores, somos redomados lectores, por lo que es normal que queramos que cada niña, cada niño, cada adolescente dominicano lea con el placer y la fuerza emocional que la lectura conlleva. Por eso, el Círculo Dominicano de Escritores se adelanta y saluda el Programa Nacional de Fomento a la Lectura de la Secretaría de Estado de Educación, nacido en el marco del Plan Decenal y de la Transformación Curricular y les auguramos el mayor éxito por medio de la unión de madres, padres, maestros, maestras y escritores en un único y magno objetivo común: A LEER EL MUNDO!

Publicado en el suplemento TERTULIA
el sábado 29 de noviembre de 1997

martes, 19 de agosto de 2014

Premio Andersen: “Nobel” de la literatura infantil (y II) actualizado


Gianni Rodari con su personaje Cebollino
En contraste, el ganador de 1970, Gianni Rodari (Italia, 1920-1980), sí que se la luce con su obra fantasiosa, creativa, imaginativa e innovadora. Además de narrador, era maestro y periodista. Poseía un sentido del humor a prueba de calamidades. Muchas de sus creaciones se publicaron por vez primera en los periódicos y suplementos infantiles; después se recopilaron y fueron convertidas en libros. Entre las obras más conocidas de Rodari se cuentan: “Cuentos para jugar”, “Cuentos escritos a máquina”, “Las aventuras de Cebollino”, “Gelsomino en el país de los mentirosos”; “El libro de los por qué•, “Érase dos veces el Barón Lamberto”, “Las aventuras de Tonino el invisible”, “Gip en el televisor”, “La tarta voladora” y “Cuentos por teléfono”.
Coincidiendo plenamente con Antonio Orlando Rodríguez citamos: “Para los educadores, y en general para todos aquellos interesados en el universo de la creatividad y la imagiación del niño, es lectura insoslayable su “Gramática de la fantasía”.
Para Rodari, “creatividad es sinónimo de pensamiento divergente, es decir, de capacidad de romper continuamente con los esquemas de la experiencia”. "Es creativa una mente que siempre trabaja, que siempre hace preguntas, que descubre problemas donde los otros encuentran respuestas satisfactorias”.

Scott O´Dell (Los Ángeles, California, 23 de mayo de 1898 - Mount Kisco, Nueva York, 15 de octubre de 1989) autor de “La isla de los delfines azules” fue el siguiente en la lista de los premios Andersen, tocándole en 1972. Otras de sus obras son: “Zía”, “La canción de la luna”, “La perla negra” y “La canoa oscura” entre otras. O´Dell, según los críticos fue heredero de los autores de aventuras tipo Jack London y Julio Verne.



María Gripe, nacida como María Walter (Vaxholm, Suecia, 25 de julio de 1923 – 5 de abril de 2007) fue una escritora sueca de literatura infantil y juvenil, galardonada con el Premio Andersen en 1974. Casada con el ilustrador Herald Gripe, hacen una mutual en la que él da vida gráfica a los personajes que ella idea. Esta autora significa mucho para mí, pues me enfrentó a la vertiente realista de la literatura infantil. La que saca de la cotidianidad y los problemas contemporáneos temas que ponen a los niños a reflexionar sobre sus propias vidas y a comprender otras realidades para enfrentar las suyas propias.
Tal vez sea crudo para algunos, pero la verdad es que los niños y jóvenes de hoy viven en sus hogares las separaciones, divorcios, alcoholismo, exceso de trabajo y horarios desequilibrados, etc. Por otro lado, se puede ver en la televisión, cine, videojuegos: guerras, trifulcas, enfrentamientos, todo tipo de conflicto… ¿Quién dijo que viven dentro de una burbuja? Naturalmente, todo tiene su tiempo.
Christine Nöstlinger

Otra autora galardonada en 1984 comenzó como pintora: Christine Nostlinger, quien se inscribe en esta realidad pero con profunda vertiente hacia la fantasía, crítica social y el humor. Autora de “Me importa un comino el rey Pepino”, “Konrad o el niño que salió de una lata de conservas” (burla a la sociedad de consumo entre otras cosas) y muchas otras.
Christine expresó en un mensaje difundido en el Día Internacional del Libro Infantil lo siguiente:

“Muy poco en el mundo es como debería ser. 
Casi todo en el mundo es como no debería ser.
La vida es buena para pocas personas. 
Para la mayoría de la gente, la vida es mala. 
Y en donde los adultos no se encuentran bien, los niños están aún peor.
Es más importante ahora gritar duro, pelear,
unirse con otros para poder cambiar las cosas,
que tomar un libro y leerlo. Pero para poder cambiar el mundo,
debemos saber todo acerca de él.
Hay que saber distinguir el bien del mal y no dejarse engañar por mentiras.
La gente miente en las palabras y en las frases.
Cuando las palabras y las frases se escriben,
es más fácil saber si están bien o mal que cuando sólo se oyen.
Ciertamente no es verdad, como mucha gente dice,
que la televisión nos hace estúpidos y que los libros no hacen inteligentes.
Pero en muchos países la televisión pertenece a la gente que está en el poder 
y esta gente quiere que el mundo se mantenga tal como está.
Muchos libros también desean esto mismo.
Pero también hay muchos libros que nos dicen
lo que realmente está sucediendo en el mundo
y por qué está sucediendo.
Los libros pueden ayudarnos a descubrir lo que debemos gritar,
por qué debemos pelear, con quién unirnos y dónde comenzar a cambiar las cosas.
Pueden ayudarnos como nadie más puede hacerlo”.


Finalmente, dadas las limitaciones de espacio, no nos queda más que esta enumeración de los Premios Andersen. Quede como una invitación a conocer a los autores tal y como hizo efecto en mí, siempre en busca de ampliar mis conocimientos sobre el maravilloso mundo de la literatura infantil

El premio de los escritores se concede desde 1956.
1956 - Eleanor Farjeon (Reino Unido)
1958 - Astrid Lindgren (Suecia)
1960 - Erich Kästner (Alemania)
1962 - Meindert DeJong (Estados Unidos)
1964 - René Guillot (Francia)
1966 - Tove Jansson (Finlandia)
1968 - James Krüss (Alemania) y José María Sánchez Silva (España)
1970 - Gianni Rodari (Italia)
1972 - Scott O'Dell (Estados Unidos)
1974 - María Gripe (Suecia)
1976 - Cecil Bødker (Dinamarca)
1978 - Paula Fox (Estados Unidos)
1980 - Bohumil Riha (Checoslovaquia)
1982 - Lygia Bojunga Nunes (Brasil)
1984 - Christine Nöstlinger (Austria)
1986 - Patricia Wrightson (Australia)
1988 - Annie M. G. Schmidt (Países Bajos)
1990 - Tormod Haugen (Noruega)
1992 - Virginia Hamilton (Estados Unidos)
1994 - Michio Mado (Japón)
1996 - Uri Orlev (Israel)
1998 - Katherine Paterson (Estados Unidos)
2000 - Ana Maria Machado (Brasil)
2002 - Aidan Chambers (Reino Unido)
2004 - Martin Waddell (Irlanda)
2006 - Margaret Mahy (Nueva Zelanda)
2008 - Jürg Schubiger (Suiza)
2010 - David Almond (Reino Unido)
2012 - María Teresa Andruetto (Argentina)
2014 - Nahoko Uehashi (Japón)


©LEIBI NG
Publicado en LA NACIÓN
el martes 4 de agosto de 1998
Santo Domingo, R. D.

domingo, 10 de agosto de 2014

Premio Andersen: “Nobel de la literatura infantil”


El Premio Hans Christian Andersen fue otorgado por primera vez el 2 de abril de 1956. Esta fecha conmemora el natalicio del autor de La Sirenita.  En esa ocasión, correspondió a la autora inglesa Eleanor Farjeon (1882-1965). Esta escritora se hizo famosa con su obra “Martin Pippin en el huerto de las manzanas”.

Partiendo de un artículo del cubano Antonio Orlando Rodríguez, miembro de la organización colombiana Taller de Talleres, nos enteramos de importantes datos sobre el IBBY, Organización Internacional para el Libro Infantil, los premios Andersen y los autores que han merecido dicho premio, catalogado como el Nobel de las letras infantiles.
IBBY tiene secciones nacionales en unos 50 países. Estas secciones someten cada dos años, un autor y un ilustrador como candidatos al Andersen
Un jurado internacional (diez especialistas en literatura para niños), decide quiénes son los autores premiados una vez estudiadas sus obras.
Al principio, el Andersen se entregó basándose en una obra de autor, pero después decidieron premiar la producción total del escritor elegido.



Astrid Lindgren (Suecia, 1907-2002) fue la siguiente ganadora del Premio Andersen en 1958 por su obra “Rasmus y el vagabundo”. Astrid es la autora de “Pippa Mediaslargas”. En República Dominicana, se dio a conocer a través de la televisión con el nombre de “Pippi Calzaslargas”, una niña de 9  años, pelirroja y pecosa que tenía ciertos poderes —levantaba a su caballo Pequeño Tío con una mano—, huérfana de madre con un padre pirata (ausente muchas veces porque era rey de los congoleses), y vivía con sus animales en una casa llamada Villa Villekulla. Fue sin dudas, un personaje revolucionario en los libros dirigidos a niños desde su publicación en 1945. Pippi se convirtió en ídolo con su ruptura de lo concebido: decía mentiras, no iba a la escuela, no soportaba las reglas sociales, hacía lo que quería cuando quería.


Astrid Lindgren
Como es natural, los pedagogos de la época criticaron a Pippi pero ella se convirtió en símbolo de libertad y fantasía viviente en cada niño o niña del mundo.
Hoy, la trilogía de “Pippa Mediaslargas”, “Pippa se embarca” y “Pippa en los mares del Sur”, constituyen un clásico del género.


Erich Kastner (Alemania 1899-1974) fue el ganador del Andersen en 1960.
Es en esta ocasión cuando los premios empiezan a otorgarse en base a toda la obra del autor. Erich Kastner tenía precisamente toda una vida dedicada a la infancia. Su obra más famosa es “Emilio y los detectives”, publicada en 1929. Citando a Antonio Orlando Rodríguez: “La novela es no sólo un relato de intriga y suspenso, sino también una exaltación de la solidaridad y de la responsabilidad social de la infancia”.

Erich Kastner (Alemania 1899-1974) fue el ganador del Andersen en 1960.
 Meindert De Jong

En 1962, el ganador fue Meindert De Jong, norteamericano de origen holandés, nacido en 1906. Entre sus obras se encuentran los cuentos “El ganso gordo” y “El patito blanco”, así como los libros “La colina que canta”, “Una gata casi blanca” y “Una rueda en el tejado”.
René Guillot (Francia 1911-1964) es el siguiente ganador. Fue llamado “El Kipling de las letras francesas”. Sus obras tienen como protagonistas a animales de la selva africana: “El príncipe de la jungla”, “Sirga, la leona”, “Kro, el leopardo”, “Daro, el chimpancé” y “El señor de los elefantes”.
La siguiente ganadora fue la finlandesa Tove Jansson en 1966.
Nacida en 1914, se la comparó con Lewis Carrol, porque Jansson muestra en su obra magníficas dotes de fabuladora y facultades para crear el absurdo o “non sense”, tal y como el célebre autor de “Alicia en el país de las maravillas”.
Esta autora narraba, hacía poesía e ilustraba magistralmente sus propios libros. Convirtió los famosos trols, seres míticos del folklore de Finlandia, por lo común malévolos y dañinos, en animalitos bonachones, similares a hipopótamos pequeños, habitantes de un pacífico valle y además amantes del hogar y cultivadores de la amistad.
Tove Jansson es prolífica pero entre sus libros con los Mumintrolls se citan: “La familia Mumin”, “Memoria de papá Mumín”, “Una noche de San Juan bastante loca”, “La niña invisible”, “La llegada del cometa” y “La familia Munín en invierno”.
1968 está registrado como el año en que se otorga el Andersen a dos autores a la vez: el español José María Sánchez Silva y el alemán James Kruus.
El primero se hizo famoso por su obra “Marcelino, pan y vino” de la cual no hay que abundar porque muchos dominicanos la conocemos, incluso en su versión cinematográfica.
No puedo negar que me sorprendí al ver esta obra entre las ganadoras del Andersen, pues se siente un poco manipuladora de las emociones, pero no hay dudas de que se convirtió en un clásico entre las obras hispanas.
James Kruus se maneja dentro del “non sense” o disparate. Entre sus obras “La fiesta de las muñecas”, “El águila y la paloma”.
Dice Antonio Orlando Rodríguez que es posible que estos dos autores no sean tan reconocidos como  otros ganadores del Andersen debido a que sus obras no llegan a trascender los niveles de originalidad exigidos en otras oportunidades.


En contraste, el ganador de 1970, Gianni Rodari (Italia, 1920-1980), sí que se la luce con su obra fantasiosa, creativa, imaginativa e innovadora. Además de narrador, era maestro y periodista. Poseía un sentido del humor a prueba de calamidades.
Muchas de sus creaciones se publicaron por vez primera en los periódicos y suplementos infantiles. Después se recopilaron y se convirtieron en libros. Entre las obras más conocidas de Rodari se nombran: “Cuentos para jugar”, “Cuentos escritos a máquina”, “Las aventuras de Cebollino”, “El libro de los por qué”, “Érase dos veces”, “Las aventuras de Tonino el invisible”, “Gip en el televisor”, “La tarta voladora” y “Cuentos por teléfono”.

Por Leibi NG
Publicado en LA NACIÓN
lunes 3 de agosto de 1998